EL PUEBLO ARHUACO, UNA HISTORIA DE RESILIENCIA

Colombia | 30 de Noviembre, 2021

El pueblo indígena Arhuaco, junto con los Kogui, los Wiwa y los Kankuamo integran los cuatro pueblos originarios de la Sierra Nevada de Santa Marta, en la Región Caribe de Colombia. Previo a la llegada de los conquistadores españoles al continente americano en el siglo XVI, estas cuatro comunidades formaban parte del grupo indígena Tayrona, cuyo origen se remonta al menos hasta el año 200 A.D., y habitaba en gran parte del territorio que hoy representan los departamentos de Magdalena, Cesar y La Guajira.

Culminadas las campañas de pacificación llevadas a cabo por los conquistadores españoles en las provincias indígenas que integraban el territorio de la Sierra Nevada de Santa Marta, y debido a la precaria situación social y sanitaria experimentada en la ciudad de Santa Marta durante el periodo colonial, los indígenas sobrevivientes procedieron a retirarse y aislarse en la zona montañosa, donde llevaron a cabo su proceso de reconstitución étnica. Adoptando nuevos patrones de subsistencia y residencia en función de su reubicación en zonas escarpadas, los descendientes de la cultura indígena Tayrona formaron los cuatro pueblos conocidos en la actualidad.

Hacia finales del siglo XIX, luego de proclamarse la independencia de la Republica de Colombia, el Estado le otorgó el control de la educación de los indígenas a la iglesia católica, que inicialmente también se encontró facultada para ejercer la autoridad civil, penal y judicial sobre los pueblos originarios. De esta manera, bajo los preceptos de la “Regeneración” [proceso que buscó “regenerar” a los indígenas a través de la educación de los niños], los misioneros capuchinos comenzaron sus tareas oficiales en la península de La Guajira y la Sierra Nevada de Santa Marta, entre otros territorios nacionales. Durante su permanencia en territorio Arhuaco, los misioneros introdujeron diversas instituciones tales como la escuela, la iglesia y la cárcel. Sin embargo, la comunidad indígena se opuso a muchas de las medidas llevadas a cabo en nombre de la “civilización”, como por ejemplo la eliminación de su lengua nativa y cultura. El descontento Arhuaco alcanzó su punto más álgido en 1982, cuando en asamblea general la población local decidió ocupar pacíficamente las instalaciones de la misión capuchina en el pueblo de San Sebastián de Rábago, hoy conocido como Nabusimake, capital del pueblo Arhuaco. Luego de un complejo proceso de negociación con las autoridades eclesiásticas y civiles, éstas accedieron a retirar la misión capuchina del lugar y entregar las instalaciones a la comunidad indígena, la cual retornó a sus raíces originarias, y consecuentemente a restaurar la enseñanza de su lengua ikü en el centro educativo.

Si bien las décadas siguientes representaron nuevos desafíos para el pueblo Arhuaco y sus comunidades hermanas de la Sierra Nevada de Santa Marta, principalmente debido al conflicto armado interno que atravesó el país durante aquel periodo, el año 1991 marcó un importante hito, no solo para estos cuatro pueblos, sino para todas las comunidades indígenas de la nación. En marzo de ese año se aprobó la Ley 21/1991, la cual ratificó el convenio 169 de la OIT [Organización Internacional del Trabajo] sobre pueblos Indígenas y tribales, que hasta el día de hoy es la convención internacional más amplia para garantizar los derechos indígenas. A su vez, en julio de 1991 fue promulgada la nueva Constitución Política de Colombia, la cual fue aclamada por su gran aporte legislativo en materia de derechos humanos en el país, estableciendo, entre otros, el reconocimiento y respeto de la cultura, lenguaje y territorio de los grupos indígenas que lo habitan.

A lo largo de la historia del pueblo Arhuaco, como en la de muchas otras comunidades indígenas alrededor del mundo, su gente ha tenido que atravesar numerosos intentos de intromisión en su estilo de vida y cultura. Sin embargo, su notable capacidad de resiliencia les ha permitido conservar intacta su esencia definitoria – firmemente enraizada al respeto y cuidado por la Madre Tierra y todo los seres vivos por igual. En la historia de este ancestral pueblo indígena encontraremos muchas lecciones que nos enseñan cómo el consenso, el accionar pacífico, el respeto por el prójimo, la diplomacia, y la capacidad de adaptación al cambio, son fundamentales para la supervivencia de una sociedad.

 

Para conocer más acerca del pueblo Arhuaco visitar https://confetayrona.org.